martes, 29 de enero de 2013


CUENTO: EL AMOR

“Amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado”, dijo un niño. Un filósofo acotará que es “un desbordamiento hacia algo ilimitado” y Borges, dará su personalísimo punto de vista al agregar que te das cuenta de que estás enamorado cuando esa persona se convierte en única. Y entre esta sonrisa que nace del cansancio, este desbordamiento sin límites y la particularidad de una-sola-persona que da sentido al Universo, hay un detalle… que tienen que amarte de regreso.
El Negro Dolina decía que las mejores historias de amor son las que nunca se concretan (será por eso que tantos escritores desgranaron durante siglos hojas y hojas plagadas de desencuentros). Pero el Negro en su sabiduría urbana y melancólica también dice que el hecho de que vos ames a alguien y  que esa persona te ame a vos, se encuentren y se elijan entre los miles de millones de almas perdidas que existen… bueno, eso cobra la categoría de Milagro. Pero hay que estar atentos, y no distraerse, porque hay personas que son puentes, que nos sacan del horrendo abismo donde vivimos y nos llevan a costas seguras. Y hay que estar abiertos, porque los milagros suceden todo el tiempo, pero a veces no los sabemos ver. Sábato dice que las personas que han estado solas durante mucho tiempo son las que más amor tienen para dar, justamente por haber padecido largos años de ausencia; y domingos calcados, fotográficos, de un teléfono que no suena; y la cena, para uno, frente al televisor. Y un día, aparece el Amor, que nada tiene que ver con las películas empalagosas del cine, ni con las novelas románticas ni con el sexo ni con los gritos… y tiene que ver con todo eso junto. Porque en el amor se disfruta, se pelea, se goza, se grita, se aprende, se dan abrazos y se dan portazos, se habla, se calla, y es AMOR, porque no se parece a ninguna otra cosa. Porque amar duele. Y, como diría la Madre Teresa, si duele, es buena señal. Porque “antes de que todas las cosas malas aparecieran, estaba el amor”, como dijo otro niño. Porque los niños saben que cuando alguien te ama, tu nombre suena distinto en su boca, está seguro allí, te define, te da forma, y crea ese espacio infinito, íntimo, que se cierra entre dos cuando se abre lo mejor de cada uno y se entregan, se muestran como son, y se convierten en el espejo y en el reflejo del amor del otro. Es poder decir: “Yo estuve viva, fui joven, fui feliz, y alguien me amó lo suficiente como para darme un mundo”. Eso, es un Milagro.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario