CUENTO: EL AMOR
“Amor
es lo que te hace sonreír cuando estás cansado”, dijo un niño. Un filósofo
acotará que es “un desbordamiento hacia algo ilimitado” y Borges, dará su
personalísimo punto de vista al agregar que te das cuenta de que estás
enamorado cuando esa persona se convierte en única. Y entre esta sonrisa que
nace del cansancio, este desbordamiento sin límites y la particularidad de
una-sola-persona que da sentido al Universo, hay un detalle… que tienen que
amarte de regreso.
El
Negro Dolina decía que las mejores historias de amor son las que nunca se
concretan (será por eso que tantos escritores desgranaron durante siglos hojas
y hojas plagadas de desencuentros). Pero el Negro en su sabiduría urbana y melancólica
también dice que el hecho de que vos ames a alguien y que esa persona te ame a vos, se
encuentren y se elijan entre los miles de millones de almas perdidas que
existen… bueno, eso cobra la categoría de Milagro. Pero hay que estar atentos,
y no distraerse, porque hay personas que son puentes, que nos sacan del
horrendo abismo donde vivimos y nos llevan a costas seguras. Y hay que estar
abiertos, porque los milagros suceden todo el tiempo, pero a veces no los
sabemos ver. Sábato dice que las personas que han estado solas durante mucho
tiempo son las que más amor tienen para dar, justamente por haber padecido
largos años de ausencia; y domingos calcados, fotográficos, de un teléfono que
no suena; y la cena, para uno, frente al televisor. Y un día, aparece el Amor,
que nada tiene que ver con las películas empalagosas del cine, ni con las
novelas románticas ni con el sexo ni con los gritos… y tiene que ver con todo
eso junto. Porque en el amor se disfruta, se pelea, se goza, se grita, se
aprende, se dan abrazos y se dan portazos, se habla, se calla, y es AMOR,
porque no se parece a ninguna otra cosa. Porque amar duele. Y, como diría la Madre Teresa , si
duele, es buena señal. Porque “antes de que todas las cosas malas aparecieran,
estaba el amor”, como dijo otro niño. Porque los niños saben que cuando alguien
te ama, tu nombre suena distinto en su boca, está seguro allí, te define, te da
forma, y crea ese espacio infinito, íntimo, que se cierra entre dos cuando se
abre lo mejor de cada uno y se entregan, se muestran como son, y se convierten
en el espejo y en el reflejo del amor del otro. Es poder decir: “Yo estuve
viva, fui joven, fui feliz, y alguien me amó lo suficiente como para darme un
mundo”. Eso, es un Milagro.
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