I
Había
aserrín en el piso.
-¡Pierrot!
¿Dónde estás?-
-Acá
atrás.-
Maltés
avanzó entre el desorden. La sierra se oía en el fondo. Había un olor
espantoso.
-¿Qué estás
haciendo?-
Detrás de
la máscara de polvo y sudor, estaba Pierrot. Lo miraba alucinado. Sonreía.
-Por fin
está lista.-
-¿Qué es?-
Pierrot dio
la vuelta y se acercó con un plato en sus manos. En el plato había un lingote
humeante de constitución dudosa. Le alargó el tenedor a Maltés.
-Quiero que
lo pruebes.-
-Pero...
¿qué es?–
-¡Mi invento!-
Maltés
dudó. Pierrot hizo silencio. Esperaron. Una mosca zumbó cerca de ellos. Maltés
tomó el tenedor y masticó un pedazo de aquél lingote. Escupió.
-¡Esto es
asqueroso!-
-¡Qué va a
ser asqueroso! ¡Esto va a cambiar el mundo, idiota!-
II
Era de día.
Pierrot estaba en su escritorio. Le picaba la cara recién afeitada y la corbata
le molestaba, pero era el gran día y el hábito hace al monje.
La Comisión
Directiva de Recursos Forestales se reunía a las 9 AM. Él estaba preparado para
su ascenso.
Avanzó por
el pasillo y saludó a Lucy, su secretaria, que le sonrió emocionada. No tenía
un gran intelecto, pero era buena chica.
En el
ascensor se acomodó el saco. Golpeó la puerta del directorio y carraspeó un
poco antes de entrar.
Todos los
viejos carcamales estaban en la mesa semicircular. Saludó y bebió un poco de
agua antes de la presentación.
-A todos
nos preocupan los estragos que el hambre causa en el mundo, ¿verdad?-
Silencio.
-Bueno, el
día de hoy les voy a presentar el invento que va a acabar con el hambre, la
desnutrición y la pobreza para siempre. Luego de años de investigación pude
desarrollar mi más preciado y novedoso anhelo: La Fábrica de Bifes.- dijo y
luego hizo un silencio teatral.
Uno de los
viejos tosió. Silencio. Pierrot continuó, con la primera diapositiva.
-Este es el
prototipo de la máquina que puede cambiar el mundo. Como verán, está construida
íntegramente de acero inoxidable y tiene la capacidad de producir entre 350 y
400 bifes por hora, con un mínimo nivel de ruido y un muy bajo costo.-
Uno de los
viejos se acomodó su repugnante peluquín y preguntó:
-Pero, ¿con
qué fabrica la “carne”?-
Pierrot
sonrió porque esperaba esa pregunta.
-Bueno, mi
querido Vicepresidente, ésa es la parte novedosa: cada bife está compuesto en
un % 70 por madera, más otro % 20 de cáscaras de nuez, carozos de aceitunas y
un % 10 restante de aserrín y derivados químicos.-
-¿Y eso es
legal?-
-No sólo es
legal, comestible y delicioso, sino, que puedo asegurarle que la fórmula que
ideé mantiene las mismas propiedades de proteínas que un bife de carne
auténtico. Pero en este caso, hecho con tablones.-
-Disculpe,
usted está loco- dijo otro anciano.
-¡En
absoluto, señor Presidente! Me extraña que un hombre tan visionario como usted,
no alcance a ver aún las posibilidades que este producto tendría para el mundo
hambriento: cientos de miles de estas máquinas produciendo bifes con tablones,
¡tan nutritivos como el mejor churrasco de cualquier vaca! Sería más higiénico,
mucho más barato y nos dejarían en paz las asociaciones protectoras de
animales.-
-¿Y las de
vegetales?... Además, ¿de dónde va a sacar la materia prima?-
-A eso
quería llegar. Nosotros, como Ministerio de Espacios Verdes y Recursos
Forestales, no tendríamos mayor problema en conseguir la autorización del
Congreso Nacional para la producción de estos prodigios. Y si la cosa se pone
fea con los ambientalistas opositores, podemos traer madera del Matto Grosso o
del Amazonas, cualquier región en Sudamérica tiene demasiadas selvas, allá
además abunda la mano de obra barata, por no hablar de los políticos abiertos a
las transacciones comerciales. Imaginen el impacto que eso tendría en el mundo.
¡Seríamos archifamosos e inmensamente ricos! Aunque por supuesto la mayor riqueza
sea ayudar al prójimo, claro está.-
-¿Y cómo
funciona la máquina?-
-Disculpe,
eso es un secreto. Pero les puedo hacer una demostración, si gustan.-
-Bueno,
Pierrot. Hagamos esto: traiga la máquina a la Exposición Anual de Emprendedores
del sábado, ahí van a estar los inversionistas que pueden dar vida a su
proyecto. Si ellos están de acuerdo, lo volvemos a discutir. ¿Le parece?- dijo
el Presidente y su mirada fue inapelable.
-Perfecto,
señor Presidente. Muchas gracias Comité. Hasta el sábado, si Dios quiere.-
III
Era de
noche. Pierrot esperaba en el restaurante Rizzo´s. Llegó Maltés.
-¿Y? ¿Cómo
te fue en la exposición?-
-No me
hablés. No firmó ni uno por mi propuesta. Presenté la máquina, la hice
funcionar, contraté una promotora exuberante para que corte y reparta el bife
de madera con escarbadientes adornados con nuestra bandera, puse de fondo La
Marsellesa, y nada. Los que no lo escupieron en la servilleta, se lo tragaron
con rigor por orgullo o vergüenza. Estoy devastado. Este país no está preparado
para el progreso.-
-Ya se van
a poner a tu nivel Pierrot, dales tiempo.-
Llegó el
mozo.
-¿Los
señores van a ordenar?-
-Sí, yo
quiero una hamburguesa con queso.- dijo Maltés.
-Y yo un
bife con papas fritas.- dijo Pierrot.