lunes, 10 de febrero de 2014

LA FÁBRICA DE CARNE

I


Había aserrín en el piso.

-¡Pierrot! ¿Dónde estás?-

-Acá atrás.-

Maltés avanzó entre el desorden. La sierra se oía en el fondo. Había un olor espantoso.

-¿Qué estás haciendo?-

Detrás de la máscara de polvo y sudor, estaba Pierrot. Lo miraba alucinado. Sonreía.

-Por fin está lista.-

-¿Qué es?-

Pierrot dio la vuelta y se acercó con un plato en sus manos. En el plato había un lingote humeante de constitución dudosa. Le alargó el tenedor a Maltés.

-Quiero que lo pruebes.-

-Pero... ¿qué es?–

 -¡Mi invento!-

Maltés dudó. Pierrot hizo silencio. Esperaron. Una mosca zumbó cerca de ellos. Maltés tomó el tenedor y masticó un pedazo de aquél lingote. Escupió.

-¡Esto es asqueroso!-

-¡Qué va a ser asqueroso! ¡Esto va a cambiar el mundo, idiota!-

II

Era de día. Pierrot estaba en su escritorio. Le picaba la cara recién afeitada y la corbata le molestaba, pero era el gran día y el hábito hace al monje.
La Comisión Directiva de Recursos Forestales se reunía a las 9 AM. Él estaba preparado para su ascenso.
Avanzó por el pasillo y saludó a Lucy, su secretaria, que le sonrió emocionada. No tenía un gran intelecto, pero era buena chica.
En el ascensor se acomodó el saco. Golpeó la puerta del directorio y carraspeó un poco antes de entrar.
Todos los viejos carcamales estaban en la mesa semicircular. Saludó y bebió un poco de agua antes de la presentación.

-A todos nos preocupan los estragos que el hambre causa en el mundo, ¿verdad?-

Silencio.

-Bueno, el día de hoy les voy a presentar el invento que va a acabar con el hambre, la desnutrición y la pobreza para siempre. Luego de años de investigación pude desarrollar mi más preciado y novedoso anhelo: La Fábrica de Bifes.- dijo y luego hizo un silencio teatral.

Uno de los viejos tosió. Silencio. Pierrot continuó, con la primera diapositiva.

-Este es el prototipo de la máquina que puede cambiar el mundo. Como verán, está construida íntegramente de acero inoxidable y tiene la capacidad de producir entre 350 y 400 bifes por hora, con un mínimo nivel de ruido y un muy bajo costo.-

Uno de los viejos se acomodó su repugnante peluquín y preguntó:

-Pero, ¿con qué fabrica la “carne”?-

Pierrot sonrió porque esperaba esa pregunta.

-Bueno, mi querido Vicepresidente, ésa es la parte novedosa: cada bife está compuesto en un % 70 por madera, más otro % 20 de cáscaras de nuez, carozos de aceitunas y un % 10 restante de aserrín y derivados químicos.-

-¿Y eso es legal?-

-No sólo es legal, comestible y delicioso, sino, que puedo asegurarle que la fórmula que ideé mantiene las mismas propiedades de proteínas que un bife de carne auténtico. Pero en este caso, hecho con tablones.-

-Disculpe, usted está loco- dijo otro anciano.

-¡En absoluto, señor Presidente! Me extraña que un hombre tan visionario como usted, no alcance a ver aún las posibilidades que este producto tendría para el mundo hambriento: cientos de miles de estas máquinas produciendo bifes con tablones, ¡tan nutritivos como el mejor churrasco de cualquier vaca! Sería más higiénico, mucho más barato y nos dejarían en paz las asociaciones protectoras de animales.-

-¿Y las de vegetales?... Además, ¿de dónde va a sacar la materia prima?-

-A eso quería llegar. Nosotros, como Ministerio de Espacios Verdes y Recursos Forestales, no tendríamos mayor problema en conseguir la autorización del Congreso Nacional para la producción de estos prodigios. Y si la cosa se pone fea con los ambientalistas opositores, podemos traer madera del Matto Grosso o del Amazonas, cualquier región en Sudamérica tiene demasiadas selvas, allá además abunda la mano de obra barata, por no hablar de los políticos abiertos a las transacciones comerciales. Imaginen el impacto que eso tendría en el mundo. ¡Seríamos archifamosos e inmensamente ricos! Aunque por supuesto la mayor riqueza sea ayudar al prójimo, claro está.-

-¿Y cómo funciona la máquina?-

-Disculpe, eso es un secreto. Pero les puedo hacer una demostración, si gustan.-

-Bueno, Pierrot. Hagamos esto: traiga la máquina a la Exposición Anual de Emprendedores del sábado, ahí van a estar los inversionistas que pueden dar vida a su proyecto. Si ellos están de acuerdo, lo volvemos a discutir. ¿Le parece?- dijo el Presidente y su mirada fue inapelable.

-Perfecto, señor Presidente. Muchas gracias Comité. Hasta el sábado, si Dios quiere.-

III

Era de noche. Pierrot esperaba en el restaurante Rizzo´s. Llegó Maltés.

-¿Y? ¿Cómo te fue en la exposición?-

-No me hablés. No firmó ni uno por mi propuesta. Presenté la máquina, la hice funcionar, contraté una promotora exuberante para que corte y reparta el bife de madera con escarbadientes adornados con nuestra bandera, puse de fondo La Marsellesa, y nada. Los que no lo escupieron en la servilleta, se lo tragaron con rigor por orgullo o vergüenza. Estoy devastado. Este país no está preparado para el progreso.-

-Ya se van a poner a tu nivel Pierrot, dales tiempo.-

Llegó el mozo.

-¿Los señores van a ordenar?-

-Sí, yo quiero una hamburguesa con queso.- dijo Maltés.

-Y yo un bife con papas fritas.- dijo Pierrot.


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